El 8 de marzo de 2019 las mujeres diversas del territorio paraguayo se organizaron para dar voz a sus urgencias con movilizaciones en 6 ciudades: Asunción, Ciudad del Este, Concepción, Coronel Oviedo, Encarnación y Pilar. La revolución feminista de Paraguay se teje entre campesinas, indígenas, afroparaguayas, urbanas, obreras, profesionales, jóvenes, niñas, adolescentes, lesbianas, bisexuales, trans, travestis, transgénero, políticas, estudiantes secundarias, universitarias, deportistas, periodistas, artistas, bañadenses, trabajadoras domésticas, trabajadoras sexuales, mujeres en el mundo tecnológico, mujeres con VIH, mujeres con discapacidad, adultas mayores, mujeres privadas de libertad y todas aquellas que se unen a las compañeras latinoamericanas y del mundo, que ayer, hoy y siempre luchan por una vida digna, sin discriminación ni violencia para todas las personas.
En el Manifiesto del Paro Internacional de Mujeres – Paraguay afirman: “Venimos hartas de que el sistema capitalista y el patriarcado se sigan sosteniendo a costa de nuestro trabajo reproductivo y de cuidado. Hartas del doble discurso que glorifica la maternidad y estigmatiza y expulsa del mundo laboral a las mujeres que deciden ser madres. Estamos hartas de las dobles o triples jornadas por el trabajo remunerado y por el trabajo de cuidado, sin ser reconocidas como trabajadoras”.
Eso que llaman amor, es trabajo no remunerado
Este año el foco de las denuncias del movimiento feminista paraguayo se puso en el valor del trabajo de las mujeres, principales víctimas de la precarización laboral. No solo ganan 30% menos de salario por igual trabajo, sino que dedican más del doble de su tiempo al trabajo no remunerado.
El comunicado #8MPY2019 denunció las condiciones precarias del trabajo de las mujeres: no se respetan derechos a permisos, seguro médico, jubilación, aguinaldo ni vacaciones, lo que las expone a maltratos, acosos y despidos injustificados y promueve un modelo de trabajo informal que aumenta al triple las jornadas diarias de las mujeres.
La marcha en Asunción destacó en las primeras filas la lucha de las trabajadoras domésticas, único tipo de trabajo legalmente discriminado en Paraguay: la Ley establece que solo deben ganar el 60% del salario mínimo. Al mismo tiempo se visibilizó que el criadazgo sigue existiendo y se sigue naturalizando aunque sea una forma de esclavitud moderna.
La violencia contra la tierra y el territorio es violencia contra las mujeres
Las mujeres campesinas e indígenas llegaron hasta la capital con sus propias consignas, vinculadas a la expulsión de sus tierras por el modelo de agronegocios y el extractivismo -en especial el cultivo de soja y la fumigación con agrotóxicos, que afectan a la salud, la producción y la vida-.
También denunciaron desalojos en los asentamientos urbanos, donde las mujeres resisten con sus comunidades por la falta de seguridad en la tenencia de la tierra.
Una educación sexual sin tabúes ni discriminación
Entre los reclamos se destaca que el Ministerio de Educación está incumpliendo la obligación de brindar educación sexual integral, herramienta indispensable para prevenir abusos y embarazos no deseados. El Ministerio no sólo evita el acceso a información confiable, sino que permite y financia la intervención de organizaciones religiosas para implementar una anti-educación sexual que infunde miedo, ignorancia y prejuicios.
No más violencia institucional contra trans y trabajadoras sexuales
Las trabajadoras sexuales pidieron por la regulación y reconocimiento de su trabajo. Quieren ser reconocidas como sujetas de derecho y no ser obligadas a la clandestinidad. También reclamaron que no se confunda trabajo sexual autónomo con trata de personas, y visibilizaron a las compañeras víctimas de feminicidios que el Estado Paraguayo sigue sin investigar.
Por su parte, las mujeres trans denunciaron que la discriminación las obliga al trabajo sexual como única opción. La falta de reconocimiento de su identidad de género les impide acceder a todos los derechos: salud, educación y vivienda, entre otros.
El acoso sexual y el acoso laboral son intolerables
El manifiesto #8MPY2019 resalta la persistencia del acoso sexual y el acoso laboral, y la falta de aplicación de la Resolución 472/12 del Ministerio del Trabajo. Las universitarias unidas al paro también manifestaron que las prácticas de acoso sexual en las universidades siguen impunes.
Por su parte, las lesbianas y bisexuales reclamaron contra la discriminación en el trabajo, que se traduce en despidos injustificados y acosos agravados con la falta de mecanismos de denuncia.
¡Nuestro Trabajo Vale! Ore Rembiapo Ovale!
El manifiesto #8MPY2019 culmina dando sentido a lo que mueve a las mujeres a las calles: “nuestra revolución es por todas las mujeres, es por la humanidad. En tiempos de barbarie regional y mundial nosotras ponemos la fortaleza, la organización, la lucha, la ternura y la templanza feminista necesaria para cambiarlo todo (…) Nuestra fuerza crece. Nuestras voces ya no se callan y se multiplican. Ya no vamos a volver atrás. No vamos a retroceder”.